“El ciudadano ha devenido en consumidor; y cuando el consumidor ya no es rentable, se le aparta y queda fuera de la sociedad”
Consumidores y excluidos, Ignacio Lewkowicz, 2004
A principios del siglo XXI las crisis económicas, causadas por la escasez de agua y combustibles fósiles y por la despiadada especulación de los grandes poderes económicos, empezaron a sucederse una tras otra. Aunque en un principio la población confió en que las cosas volverían a mejorar, y atenazada por el miedo a quedarse sin nada, agachó la cabeza y aceptó medida tras medida que les iba quitando todos los derechos que habían conseguido con los años, llegó un momento en que el descontento general fue tal que estalló la chispa de la rebelión.
Primero eran una minoría, pero en poco tiempo millones de ciudadanos en todo el mundo salieron a las calles ya sin nada que perder, y tomaron como objetivo todos los poderes políticos y económicos, que se habían mantenido en lo alto de la pirámide como una oligarquía intocable. Hubo guerra, matanzas, anarquía… países enteros fueron casi arrasados. El mundo se estaba haciendo trizas.
Las grandes corporaciones, los gobiernos y la clase alta comprobaron por primera vez que el rebaño manso que habían pastoreado durante siglos se había vuelto salvaje, y que las cosas no volverían a ser iguales.
Viendo que no podían permitirse años para llegar a acuerdos, crearon un consejo que los encabezara y tuviera la facultad de tomar decisiones inmediatas, al que llamaron la Brújula. Éste decidió que el problema no era el Sistema, sino que había demasiada gente en el Sistema.
De esta manera pasaron a hacer algo totalmente nuevo para que su statu quo siguiera manteniéndose: el Proyecto Babylon.
Así se planeó la creación de las Megalópolis, enormes ciudades amuralladas autosuficientes , donde sólo tendría cabida la gente adecuada. Había que reconstruir la realidad, pero dando un paso más allá, haciéndola a su imagen y semejanza. Un 5% de la población, la suficiente para mantener las perfectas sociedades de economía y consumo, llenas de lujo, derroche, agua pura y comida.
En el exterior, había que dejar al resto de la población, un lastre, fuente de problemas y conflictos.
En total se planeó la construcción de más de una veintena de estas mega-ciudades, repartidas por todo el globo terráqueo.
Sin embargo, esas enormes urbes debían ser construidas, y era algo que no podía hacerse en secreto, así que el Proyecto Babylon se presentó como un nuevo amanecer para el mundo, un lugar donde se partiría de cero en una sociedad más equilibrada y plural, donde cada persona contaría.
Y el plan funcionó, la gente estaba en el fondo tan deseosa de creer en algo, de permitirse tener esperanza, que se consiguió que se alcanzara una paz global, y que millones de personas aceptaran trabajar en el alzamiento de estas ciudades, a cambio de futuras viviendas y puestos de trabajo dignos en su interior, cuando estuvieran finalizadas. El mensaje era que estas Megalópolis serían las primeras de muchas que poblarían la Tierra.
Se creó un sentimiento de estar creando un nuevo futuro juntos, desechando los errores del pasado. Y entonces, cuando estuvieron finalizadas, la auténtica realidad se mostró. No habría más ciudades, éste sería el Edén de unos pocos.
Obviamente, la gente se rebeló y se levantó en armas inmediatamente. Las luchas por las Megalópolis fueron feroces, no era fácil construir el paraíso y decir a la mayoría de la gente que debían quedarse en el infierno.
Pero al contrario que la gran masa de gente, que de repente descubrió que todo era una mentira, la Brújula hacía tiempo que estaba lista para este momento.
Lo había planeado a la perfección, y se había preparado táctica y armamentísticamente. Actuó sin ninguna compasión, aquél que no aceptara vivir en el exterior, moriría. No dudaron en usar todas las armas que habían estado preparando, ya fueran nucleares, químicas o electromagnéticas.
El mundo exterior fuera de las Megalópolis pasó a ser un lugar inhóspito, un enorme campo de batalla, mientras que las Megalópolis quedaron selladas.
Por si toda la guerra no hubiera sido suficiente castigo, los siguientes años sufrieron de un terrible invierno nuclear, seguido de un calentamiento global acelerado por todo lo sucedido. Todo excepto las Megalópolis, que estaban perfectamente preparadas para estos “inconvenientes”, se convirtió en un yermo, con las antiguas ciudades totalmente destruidas, los bosques y praderas desaparecidos, los ríos convertidos en eriales… La población que allí vivía quedó diezmada hasta llegar a menos de un 1% de la que había poblado la Tierra.
Para asegurar aún más las grandes ciudades, minas, torretas automatizadas, y todo lo que la tecnología permitía, mantenían alejado a cualquiera que tuviera el valor a acercarse a menos de cien kilómetros.
El mundo exterior, ahora hogar de los despojos de la sociedad ideal, se convirtió en el Páramo.
Los pandilleros son posiblemente la facción que más habitualmente puedes encontrar en esta zona del Páramo, desde bandas de saqueadores a justicieros.
Hay grupos que se dedican a atacar asentamientos y asaltar viajeros en busca de balas y gasolina, algunos que actúan como mercenarios…
En general son los mejores combatientes y tienen más armas de fuego que ninguna de las otras facciones.
Los mutantes no suelen ser demasiado populares por la zona de Puentechatarra, pasando de la aceptación a mala gana en algunos asentamientos, a ser objeto de cacerías en otros. De hecho, han pasado a ser llamados por todos mutardos, un nombre despectivo que puede venir de la unión de las palabras mutante y bastardo.
Por regla general, los mutardos no están muy bien equipados, ya que comúnmente nadie comercia con ellos, pero cuentan con una variedad de mutaciones que puede contrarrestar eso.
Son expertos en reparar y “apañar” máquinas, si bien de forma no muy elegante, creando en muchas ocasiones aparatos complejos para resolver tareas sencillas y no lo contrario.
Posiblemente son la facción que más libremente puede moverse por esta zona del Páramo, ya que todo el mundo está interesado en comerciar con ellos para hacerse con materiales, y no es buena idea atacar a quien te los suministra. Eso no es óbice para que alguna vez un grupo de carroñeros pueda ser atacado para robar su mercancía, por lo que si bien no son los mejores combatiendo, disponen de ingenio y aparatos con los que defenderse, y además saben moverse por lugares peligrosos como nadie.
El culto más famoso en la zona de Puentechatarra es el de la Sangre Negra, una congregación que conserva un pozo petrolífero en perfecto estado en un asentamiento fuertemente blindado.
Veneran el petróleo como una fuerza casi mística que provee Tex’co, una especie de deidad. No comercian de ninguna manera con todo lo que extraen del subsuelo, ya que sólo los miembros del culto son dignos de usar sus bendiciones. Si bien a veces solían intentar llevar su palabra por los asentamientos, para conseguir nuevos feligreses, no seguían una política agresiva. Lo que no significa que no estuvieran bien entrenados para el combate, pues eran conscientes de que cualquier banda mataría por conseguir su combustible y tenían que saber defenderse.
No se sabe a ciencia cierta quién fundó el V Reich que actúa en los alrededores de Puentechatarra, pero sin duda fue alguien que dió con un filón de libros de Historia del siglo XX y le patinó la neurona concretamente con toda la parafernalia nacionalsocialista del fascismo europeo de los años 30 y 40. Apartándose de la actitud y las pintas más anarco-punk de los pandilleros corrientes, esta persona fundó una organización altamente militarizada, organizada y jerarquizada, haciendo acopio de una gran cantidad de material bélico en un asentamiento con aspecto de fortaleza al que bautizó como Festung Germania.
Como los libros del Mundo de Antaño hablaban de fechas muy antiguas, y ante la duda de si había habido otro Reich posterior al tercero del que tanto había leído en ellos, la bautizó como V Reich por si las moscas.
En apariencia son una turba de dementes guiados por instintos salvajes, pero en realidad han desarrollado una estructura inquietante. En la cúspide se encuentra la Madre, una figura casi divina que organiza a sus seguidores y les da un propósito. Bajo su mando, los Idos han convertido la violencia en ritual, arrasando asentamientos y dejando tras de sí un rastro de cadáveres, víctimas rotas y nuevos “reclutas” arrancados de su cordura.
Aunque sus bandas no son muy numerosas, su crueldad es suficiente para sembrar el pánico en la región. Además, algunos Idos han empezado a mutar, reflejando en sus cuerpos la monstruosidad que habita en su interior. Entre la brutalidad, el fanatismo y la sed insaciable de Ambrosía, esta facción se ha vuelto una amenaza constante para todos los que tratan de sobrevivir en torno a Puentechatarra.
La radiación que escapó de los reactores de su refugio transformó sus cuerpos: piel con tonos fluorescentes, pérdida de cabello y una fertilidad casi extinta. Sin embargo, lejos de verlo como un castigo, lo consideran la prueba definitiva de que el Maná Radiante los ha elegido como la siguiente etapa de la evolución humana.
Hoy han abandonado su encierro, guiados por profecías y una fe ciega en su misión. Los Irradiados marchan por el Páramo convencidos de que todos los demás son errores del pasado que deben ser eliminados para dar paso al Nuevo Hombre, el único digno de heredar la Tierra.
La Troupe, también conocida como la Hermandad de la Risa Floja, es una facción única del Páramo que ha convertido un viejo parque de feria en su campamento base. Inspirados por los payasos y artistas del Mundo de Antaño, se han propuesto llevar “alegría” a los supervivientes… aunque su aspecto y métodos resultan más inquietantes que divertidos.
Sus miembros visten ropas coloridas, zapatones enormes, sombreros ridículos o barbas postizas, acompañados por forzudos, domadores de criaturas y payasos estrafalarios. Dicen querer sacarte una sonrisa, pero lo habitual es que provoquen miedo y desconfianza allá donde aparecen.
Son una tribu surgida de antiguos habitantes de Liberty City que renegaron de los lujos artificiales de la megalópolis y abrazaron una vida “natural”. Inspirados en los nativos americanos, se asentaron en un viejo casino construido sobre un cementerio lenape, sin saber que bajo él habitaba una abominación mutante con poderes psíquicos.
La criatura se fusionó con las almas de los difuntos y con las mentes de los recién llegados, creando una conciencia colectiva. Así nació Majauchsuwi (“ser una mente”), una amalgama de los Unami, los antiguos Lenape y el monstruo, imposible de separar. Cada miembro mantiene parte de su individualidad, pero todos comparten pensamientos y emociones.
Son los mejores combatientes y tienen más armas de fuego que ninguna de las otras facciones.
Como nadie comercia con ellos no tienen mucho equipamento, pero cuentan con una variedad de mutaciones que lo contrarresta.
Buscan entre los restos de las ciudades y despojos para apañar con ingenio aparatos con los que defenderse.
Se les identifica fácil por las motos y el fuego. Veneran el petróleo como una fuerza casi mística y se organizan en una especie de culto.
Inspirados en la parafernalia nacionalsocialista de la Alemania de los años 30 y 40, con patinazo de neurona incluído.
Una panda de dementes que poseen una droga llamada Ambrosía, creada a partir del cerebro aterrorizado de sus víctimas.
Con tintes seudo-religiosos, es una banda que utiliza la radiación como arma. Están convencidos de haber sido designados por una Inteligencia Suprema.
Se llaman a sí mismos la Hermandad de la Risa Floja, y forman un plantel muy pintoresco de peña que sólo busca arrancarte una sonrisa.
Los Unami en un inicio no era más que un grupo molesto de hippies asentados en un casino. Por un extraño motivo sus mentes actúan como una colmena.
Poco más que añadir: los protagonistas del cómic de Punkapocalyptic. Tienen un equipo fijo y solo puede añadirse a ellos la miniatura Caronte.
Intentar abarcar todo el Páramo sería imposible, puesto que todo el mundo es el Páramo, y hay facciones innumerables a lo largo de toda su extensión. En lugar de eso, nos centraremos en la zona que se encuentra alrededor de Puentechatarra, uno de los asentamientos más importantes en cientos de kilómetros a la redonda. Hay que tener en cuenta que esta zona sigue siendo un territorio muy vasto, donde sólo están referenciados los lugares que ahora tienen más importancia.
Puentechatarra
Minas del Olvido
Colinas del Mordedor
Samanthia
Pozocerdo
Majauchsuwi
Santuario de la Vigía
Torresbrillantes
Fuerte Germania
Sinagua
Paso del Permabán
La Gran raja
Vientocho
Fosa Septica
Baldío Final
Latiesa
Los Gemelos
Las tierras ácidas
Refinería de Tex'co
Luckyland
Bosque Vivo
Polvareda
Montañas del Culto Perdido
Toda la zona al sur de Puentechatarra, de un tamaño parecido al del mapa que ahora conocemos está siendo creada principalmente por los patrones del Patreon de Punkapocalyptic. Los patrones hacen propuestas y mediante votaciones poco a poco se va completando todo, desde los barrios hasta las criaturas que lo pueblan.
Si quieres formar parte de este proyecto, además de participar en sorteos de regalos, ofertas especiales y noticias exclusivas, pero sobre todo ayudar a que Punkapocalyptic siga adelante, no dudes en apuntarte al Patreon. Tened en cuenta que toda la información que aparece aquí se va a ir ampliando, mejorando, etc…
«Aquí el hombre, en el zénit de su sabiduría, jamás morirá, sino que avanzará sin descanso hacia la perfección»
Zardoz, John Boorman, 1974
En todo el mundo se planificaron más de una veintena de megalópolis para atrincherar a los ricos y poderosos, aunque algunas de ellas no llegaron a pasar de un simple proyecto y otras fueron destruidas. Ni siquiera el Edén proyectado por las élites mundiales fue realmente tal, ya que las envidias, corruptelas y odios inherentes al ser humano sobrevivieron en el interior de estos refugios idílicos.

MEGALOPOLI

FUCKED MEGALOPOLI

RADIATED AREAS
Sin lugar a dudas, el asentamiento más importante de toda esta zona es Puentechatarra, el principal lugar de comercio que se puede encontrar en el Páramo en semanas de trayecto.
Está situado en la cuenca de lo que fue un río de considerables dimensiones, bajo los restos de un enorme puente que lo cruzaba. Estos restos son usados para formar un laberinto de casas y distintas construcciones que cuelgan de él, que se unen con la parte inferior mediante pasarelas y ascensores manuales, lo que hace que el lugar tenga varias alturas sobre las que moverse.
El asentamiento está bien protegido, con un par de muros, parecidos a presas, que cubren las entradas desde el cauce, a ese tramo del río, y una serie de alambradas que protegen el acceso al puente en la parte superior. Sin embargo, no son sus murallas lo que le proporciona su capacidad de sobrevivir, sino el status que ha adquirido entre todas las facciones de esta parte del Páramo.
Puentechatarra es un territorio neutral, un lugar para comerciar, conseguir información o evadirse, sin que haya que estar pendiente de quien te pueda atacar.
Aquí la violencia está prohibida, y son las propias facciones quienes se encargan de que esta no se abra paso, castigando duramente a sus propios miembros si rompen las normas. Todos saben que Puentechatarra es un lugar necesario, un lugar donde abastecerse y comerciar. Hasta las bandas con mayor rivalidad se cuidan de que la cosa no se desmadre, e incluso los mutardos pueden venir aquí y tratar con el resto de facciones.
Más de mil de almas consideran a Puentechatarra su hogar. Una serie de invernaderos y granjas proporcionan alimento, y dos profundos pozos son capaces de sacar agua fresca del subsuelo. Hay tiendas, tascas, burdeles… lo más parecido al paraíso dentro del desolado paisaje que lo rodea. Incluso se ha construido un estadio de hockey arena…
En el borde occidental de las Colinas del Mordedor, se encuentran las conocidas como Minas del Olvido, pues eso es lo que les sucede a quienes terminan allí.
La entrada a las minas está cubierta perfectamente tras un muro de hormigón y una enorme puerta de acero, y nadie ha conseguido averiguar que se esconde en su interior.
Sin embargo, las historias sobre gente secuestrada por todo el Páramo para trabajar allí como esclavos se suceden cada poco tiempo.
Este grupo de pequeñas colinas y lomas no muy pronunciadas es el hogar de manadas y manadas de mordedores, unos animales de pequeño tamaño, pero con una ferocidad y unas enormes mandíbulas que hacen que en grupo sean unos depredadores implacables.
No es un lugar donde convenga adentrarse sólo.
Si bien los Chatarreros son nómadas y no llaman hogar a ningún sitio, si hubiera uno sería este. El asentamiento debe el nombre a Samantha O’Sullivan, una antigua chatarrera que por amor decidió dejar la peligrosa vida de sus compañeros y asentarse permanentemente.
Aunque es cierto que desde aquel primer amor ha debido haber una veintena detrás, se ha mantenido firme en su propósito de dejar de pulular de uno a otro lugar, y es la autoproclamada Baronesa del lugar (al que ella intenta que se le conozca como Baronía Industrial, pero nadie lo llama así).
El sitio es un laberinto de máquinas de vapor, aparatos mecánicos e ingenios indescriptibles. Las explosiones accidentales suceden casi a diario, y la fama de locura envuelve a todos sus habitantes.
Aún así tienen los suficientes ingenios funcionales como para defender el lugar, y si vienes con intenciones amigables, es un sitio perfecto para encontrarse con grupos de Chatarreros con los que comerciar.
Con el nombre de Pozocerdo se conocen a las ruinas de una antigua ciudad de considerable tamaño.
Como sucede con este tipo de lugares, son el hogar de monstruosidades mutantes depredadoras, trampas explosivas aún activas y de enormes cantidades de pochos.
Este lugar es fácilmente reconocible a distancia, pues por alguna razón desprende un insoportable hedor que llega a kilómetro de distancia de las propias ruinas.
Todo lo que envuelve a este lugar es un misterio. Situado entre una serie de pequeñas colinas, se trata de las ruinas de un antiguo asentamiento de los Lenape, una tribu india que pobló estas tierras antes de la llegada del hombre blanco.
La zona está rodeada de leyendas de espíritus que recorren sus alrededores. El lugar está poblado por un grupo de personas que sigue las antiguas costumbres de los Lenape, e incluso hablan su idioma, cosa realmente extraña, pues llevaba muerto más de mil años.
El mismo nombre del lugar significa “unión”, o “ser una mente”. Son extremadamente territoriales, no dudando en acabar con la vida de cualquiera que se adentre más allá de los tótems que tienen colocados como advertencia.
Situado en los restos de una antigua abadía, se encuentra el Santuario de la Vigía, el lugar donde se reúne la congregación de adoradores del Ojo de Fuego.
Poco se sabe de este grupo, puesto que es bastante hermético, y cuando salen del lugar, siempre en grupo, no mencionan nada de sus creencias, salvo que siguen la palabra de Yarus.
Según se cree, la mayor parte del Santuario se encuentra realmente bajo tierra, en una serie de túneles y cámaras.
Tanto secretismo no hace sino alimentar los rumores. Muchos dicen que todos sus miembros son raptados de niños, otros hablan de malvados rituales de sangre… pero lo cierto es que hasta ahora nadie ha podido ver de primera mano realizar nada sospechoso a los miembros de este culto.
Esta antigua ciudad, aunque claramente en ruinas, sufrió menos que la mayoría, y aún se mantienen en pie unos enormes edificios de acero y cristal, que parecen iluminar toda esa parte del Páramo cuando el sol se posa sobre ellos.
Es uno de los lugares preferidos por los Chatarreros para adentrarse en busca de restos que puedan ser aprovechables, pero al igual que todas las ruinas de ciudades, es un lugar enormemente peligroso.
Bandadas de mutaciones voladoras, cazan a todo ser vivo que vean internarse en sus territorios, y hay autodefensas y trampas explosivas en un número mayor del que ya habitualmente se encuentra en este tipo de lugares.
Este lugar fortificado es la base y campo de entrenamiento del Quinto Reich, un grupo de pandilleros que siguen una doctrina radicalmente pro-humana.
Su líder, Aaron Schwartzman, encontró la iluminación en unos viejos documentos del siglo XX que hablaban sobre el régimen alemán nazi, y decidió hacerse llamar desde entonces el Führer y llevar a cabo la palabra de Adolf, más o menos.
Como no estaba seguro si después había habido un IV Reich o no, decidió llamar a su banda el V Reich.Aunque tocapelotas, hasta hace poco tiempo eran un grupo bastante risible.
Pero dos golpes de suerte bastante cercanos, los han hecho encontrar en un búnker a los Ubersoldat, y en el museo privado de una mansión antiguo equipo nazi, lo que los ha convertido en una fuerza a tener en cuenta en la zona de Puentechatarra.
Sinagua se encuentra en el centro de un antiguo lago que ahora está totalmente seco. Es un lugar de mala muerte, sucio, maloliente y sin casi ninguna ley, rodeado de chapas metálicas y madera. No merecería la pena reseñarlo siquiera si no es porque es el mayor centro de luchas del pozo de toda la zona. Las apuestas se suceden sin parar, y las balas cambian de manos a una velocidad pasmosa.
Además, si alguien está lo suficientemente desesperado, y es un buen luchador, puede llegar a triunfar peleando en los pozos, y convertirse en una leyenda como Ochodedos, Rufus el Destripador o Rosie la Letal.
Dirigiendo Sinagua se encuentran los Señores del Pozo, cuyo nombre rimbombante engloba a las cuatro familias que mueven todo el cotarro de las apuestas en el lugar, y que tienen a un buen número de pandilleros mercenarios contratados para que nadie trate de arrebatarles este negocio.
Si quieres atravesar la Gran Raja y no tener que rodear un chorrón de kilómetros, el Paso del Permabán es tu única oportunidad.
En es te paso puedes encontrar una enorme plataforma hecha con diferentes trozos de metal, y con pinta de desplomarse en cualquier momento, que en su zona central está elevada para impedir el paso. Sus dueños no son muy complicados, si pagas la tasa bajan la plataforma y puedes pasar, si no pues no. Ya está, esas son las normas.
Les da igual que tengas buena pinta o mala, que vayas a comerciar o a saquear, si quieres pasar pagas y si no te vas a tomar por culo. Por supuesto hay quien ha pensado en zascandárselos y evitar el pago, pero las decenas de explosivos que tienen bajo la estructura listos para ser activados si alguien se pone tonto han funcionado hasta ahora perfectamente como medida disuasoria.
Pocos sitios hay que su nombre pueda definir tan claramente. Una enorme grieta salida de la nada con un largo de cientos de kilómetros y una profundidad de la de echar un lapo y que no escuches como suena al caer.
La única manera de atravesarla sin rodear es por el Paso del Permabán. Hay que tener cuidado, ya que en las partes escarpadas más arcillosas hay colonias de avispones titiriteros.
Si ves alguna persona o animal andando raro, trata de evitar esa zona, porque posiblemente sea un avispocho, una criatura donde los avispones han depositado sus huevos y que se ha convertido en una especie de zombie controlado por las larvas. Muy chungo y asqueroso, trons.
Nadie sabe que hay más allá del Gran Mar, pero sí que el último lugar civilizado que puedes encontrar hasta encontrarte con él es Vientocho. Si consigues atravesar las playas infectadas de enjambres de hormigones podrás divisar la imponente estructura de un faro sobre el mar.
Si bien se encuentra sobre una pequeña isla, es posible llegar a él sin mojarse, puesto que una serie de barcos varados unidos por cuerdas, pasarelas y barandillas forman un camino sobre las aguas. Gracias a su posición fácilmente defendible, han conseguido sobrevivir sin muchas complicaciones, y si no vas en plan chungo no tienen problemas en comerciar.
A pesar de que la zona es azotada por terribles tormentas y que en el mar hay monstruosidades enormes, usan pequeñas embarcaciones para salir a pescar en las cercanías. Y sí, son un poco raros, con sus armaduras quitinosas y sus pelazos, y comen cosas asquerosas con tentáculos, pinzas y conchas, pero viendo lo que uno se encuentra por ahí, se puede decir que no son mala gente.
Este asentamiento debe su nombre al nauseabundo olor que despiden las verdosas aguas donde está ubicado, que por otro lado permiten desarrollar la actividad que supone la principal fuente de ingresos de sus habitantes: la pesca de megatruchones.
Fosa Séptica está dividida en dos zonas claramente diferenciadas: Fosa Séptica de Arriba y de Abajo. En la zona baja, situada a ras de las fétidas aguas, florecen abundantes chabolos, conectados por plataformas flotantes y pasarelas. Este es el hogar de los pescadores y los habitantes con menos recursos, que malviven hacinados entre los despojos derivados de la industria pesquera local.
La zona noble del pueblo está situada sobre las ruinas de un antiguo puente y es donde viven los gobernantes locales, lejos de las plagas de molestas cangrijuelas (unos moluscos que se alimentan de sangre), que atormentan a los desfavorecidos pobladores de la zona baja.
Toda la gente de esta parte del Páramo sabe que más allá del Baldío Final sólo hay muerte, nadie se ha internado allí y ha vuelto… o al menos nadie que haya podido demostrarlo.
Siempre hay rumores relativos a este lugar, gente que dice que conoce a alguien que fue allí y volvió, que más allá hay un paraíso verde de tierra fértil, o un cementerio interminable, o mil historias más.
En los últimos tiempos no son pocos los que han mencionado haber escuchado tremendas explosiones, o visto enormes columnas de humo más allá del Baldío Final, pero quien puede creer todo lo que se cuenta sobre ese lugar.
En las ruinas de un antiguo aeropuerto se encuentra uno de los lugares más esperpénticos de toda la zona: Latiesa. El lugar ha sido transformado en un circuito de carreras de… de lo que sea.
Un punto donde las apuestas de velocidad son la mierda de cada día y todo el mundo se mide la polla para ver quién la tiene más grande. Desde carreras de jinetes de bestias del Páramo, a carros tirados por pochos. La única norma que hay es salir y regresar a la línea de meta a través del circuito durante las vueltas pactadas, sin importar una mierda lo que hagas por el medio, pues todo está permitido.
El asentamiento está gobernado por los Mercachifles, el grupo más poderoso de comerciantes del lugar, que algunos dicen son descendientes de Chatarreros que se lo quisieron montar mejor. Lo dirigen con navaja afilada, con la que se harán una bolsita con el forro de tus pelotas para guardar las balas si te pasas de listo y te pillan. No importa un carajo el color de tu pellejo tamaño o forma que tengas, en el mercadillo solo importa el tamaño del taco de pastuqui que tengas para gastar o la mercancía con la que mercadear, donde podrás encontrar desde una braga chapa hasta un pornopocho para tus noches más calientes y oscuras. El mercadillo está rodeado de chabolas y contenedores conocidos como Las Cuadras donde ponen apuntó los animales y cachivaches para el circuito. LATIESA, se llama así por la forma que tiene si lo miras desde la distancia. Ya sabéis, de ¿ovalo? ¿pepino? Para que vamos a andar con rodeos… ¡de pollón!. Así es que casi todos llaman al circuito «Pijus Magníficus».
Los Gemelos se alzan como dos gigantes en medio del Páramo, vigilando todo a su alrededor. En realidad estas enormes estructuras son los dos últimos reactores en pie de una antigua central nuclear, pero para un gran grupo de mutardos es mucho más, su hogar.
Rodeados por decenas de kilómetros donde la contaminación es mortal para los humanos, los mutardos pueden vivir con relativa seguridad en este lugar, donde parece son liderados por un misterioso mutante que se hace llamar Prometeo.
Hay infinidad de rumores sobre este mutardo, algunos que indican que sólo busca vivir en paz, otros que hablan de que está reuniendo un ejército con el que la Nueva Raza conquistará el Páramo. Lo único seguro es que hasta ahora no ha movido ficha, y ni siquiera su existencia ha sido evidenciada.
En el territorio que va desde Los Gemelos hasta la refinería de Tex’co se encuentran las Tierras Ácidas. Una gran extensión de tierra volcánica con géiseres, fumarolas, lagos sulfurosos, ríos de lava y demás lindezas.
Por alguna razón, cada año que pasa el territorio avanza un poco más, y los viejos cuentan que sus abuelos les contaron que antes esa parte era de lo más normal.
La gente prefiere evitar este paso, ya que es abrupto, no hay ni gota de agua potable, tiene un ambiente bastante venenoso y de vez en cuando hay temblores de tierra y desprendimientos. Sin embargo, hay constancia de que está habitado, pues más de una persona no dada a soltar trolas ha llegado a ver a los legendarios jinetes de zancudos.
Una serie de pozos petrolíferos totalmente operativos que rodean a una gran refinería, todo esto totalmente amurallado y defendido.
El asentamiento pertenece a los Hijos de la Sangre Negra, una congregación que veneran el petróleo como una fuerza casi mística que provee Tex’co, una especie de deidad.
Los restos de Luckyland son sin lugar a dudas uno de los lugares más curiosos que os podéis encontrar en esta zona. Se trata de un antiguo parque de atracciones dividido en cuatro cuadrantes con temáticas diferentes: Caribbean Corsairs, Samurai Showdown, Western World y Medieval Mayhem, rodeando a una zona central dedicada en exclusiva a las cosas que molaban a finales del siglo XX, Retro Revival.
Pese al paso del tiempo, muchas estructuras del lugar aún se mantienen en pie. Esto es debido a que muchos de los sofisticados animatrónicos de aspecto humano (bueno, y de otros aspectos más inquietantes como las mascotas Friki Granudo, o la Cosplayer Jamona), que no sólo se encargaban de los espectáculos, sino también de buena parte del mantenimiento, siguen funcionando en estos tiempos.
Sin embargo, su programación parece haberse corrompido, de tal manera que cualquier visitante es considerado un intruso al que hay que dar caza. Esto hace que si bien el lugar es digno de ser contemplado, hacerlo te convierte en un pato de feria, en un sentido bastante literal.
En la parte más alejada al norte de lo que podríamos considerar la zona de Puentechatarra se encuentra el Bosque Vivo. Aunque ya sabemos que toda nuestra zona es más bien un secarral, el Bosque Vivo es todo lo contrario.
Las plantas han crecido descontroladamente y hay árboles que se pierden en la alturas, con una frondosidad tan grande que la visibilidad es bastante reducida. Y sobre todo, aquello que no es venenoso, te come, da igual que sea una planta o un bicho. Puedes encontrar deliciosos frutos imposibles de conseguir en otra parte, pero a ver quien es el chulito que se hace con ellos.
Hay rumores de plantas inteligentes, de hombres salvajes y de árboles que caminan, pero sobre todo de monos humanoides cabalgando dinosaurios. Pero ni caso, porque nadie ha penetrado demasiado en este lugar, o al menos ha vuelto para contarlo.
No queda prácticamente ni un edificio en pie en las ruinas de esta ciudad de antaño. Los escombros siembran las calles y lo peor es que un denso y oscuro polvo no deja casi visibilidad incluso durante el día.
Pero sabiendo que los restos de las ciudades son sitios chungos en donde es mejor no meterse, y este en especial es menos apetecible de lo normal, lo raro de narices es encontrarse con que hay gente que está viviendo aquí dentro.
Ni idea de si son totalmente humanos o no, porque siempre salen tapados hasta arriba con ropa gordota y máscaras de protección contra la contaminación. Aunque se piensa que son feos a rabiar, y es que si no para qué iban a andar tan tapaditos. De vez en cuando alguno abandona la ciudad para comerciar (siempre solos) y bueno, son gente poco dada en palabras que no monta ninguna bulla rara.
Lo poco que se sabe es que viven en algún refugio subterráneo, que a pesar del peligro por el día se dedican a buscar cosas en la ciudad y que si entras en su zona tienen la decencia de avisarte para que te largues y no degollarte al momento ni nada así.
En la parte más norteña de la zona de Puentechatarra se encuentran unas montañas donde yacen las ruinas de una antigua ciudadela conocida ahora sólo como la fortaleza del Yuyu.
Las ruinas cubren varios acres de la ladera en pendiente de las montañas. El suelo es una combinación de terrazas, barrancos, despeñaderos y salientes. Apretado en este difícil terreno una conglomeración apretujada de edificios, callejones, calles y muros.
Todo está construido aprovechando la propia estructura de las montañas, con gran parte de la zona derrumbada. Los muros caídos bloquean las estrechas callejuelas y los techos se han hecho pedazos. Muchos de los edificios están con desperfectos y podrían derrumbarse sólo con tirarse un pedo demasiado fuerte. Además de lo que se ve en la superficie, hay muchos túneles y pasadizos esculpidos en la montaña. Y excepto unas pocas salidas perdidas, sólo se puede acceder a estos pasadizos por las ruinas.
En contra de lo que pudiera parecer al principio, el Culto Perdido al que se refiere el nombre no eran los antiguos habitantes de este lugar, si no un culto que hace poco más de 40 años creció en toda la zona de Puentechatarra. Ese culto creía en algún tipo de seres superiores que habían venido de las estrellas, y que volvería a por ellos.
Consiguieron formar una caravana de cientos de personas que se dirigían muy al norte, más allá de lo que aparece en los mapas de Puentechatarra, para llegar al lugar donde estos seres los recogerían. Pero cuando en su camino atravesaban estas montañas, todos desaparecieron. Hasta el último, sin rastro, ni cadáveres, ni siquiera algún objeto de los que llevaban.
Los rumores, claro está, son tantos como pelos hay en mi culo. Desde que un bicharraco mutante enorme se los engulló, hasta que los seres decidieron ir un poco más al sur para que no patearan tanto para llevárselos. Desde que viven en lugares profundos de la antigua ciudadela que nadie conoce hasta que se convirtieron en espíritus por una maldición. Sea como sea, no es un lugar que la gente quiera visitar por voluntad propia.
En los tiempos antiguos el paro y la pobreza asolaban el planeta. Para intentar combatir esto, a algún dirigente se le ocurrió la idea de crear una enorme ciudad-fábrica donde miles de trabajadores construirían robots de todas las formas y tamaños pero nunca para funciones que pudiera hacer un ser humano.
A la vez se les ofrecían a precio reducido unos alojamientos donde podían residir con sus familias. Merkadome fue de hecho construido relativamente cerca y unido mediante un tren de alta velocidad subterráneo, para dar un lugar de ocio donde toda esta gente podía gastar sus dineros recién ganados.
Un trabajo justo, un salario digno… pues claro está, no paso mucho tiempo para que los gobernantes cambiaran y decidieran que era mucho más provechoso que los robots que se fabricaban allí sirvieran para construir más de los propios robots. Y bueno, que eso de casi regalar tanta vivienda era de estúpidos. Si esta gente trabajaba, bien podría pagar un 90% de sus sueldo para vivir allí.
Claro está, poco a poco empezó a ser abandonado por los trabajadores humanos hasta convertirse en un lugar totalmente automatizado. Con la construcción de las megalópolis todo el sitio se «apagó» y abandonó.
En la actualidad podemos encontrar en el Cementerio de Máquinas, como lo conoce la gente del Páramo, los restos de aquellos robots que construían y a la vez eran construidos. El lugar podría ser el sueño más húmedo de cualquier chatarrero si no fuera por los enormes peligros que supone adentrarse allí.
Peligrosas bestias del Páramo llaman a este lugar su hogar y acechan desde los retorcidos restos de los edificios. Pero sobre todo, de alguna manera algunas zonas aún conservan energía y desde allí robots hostiles no dudan en acabar con cualquier ser humano (los que para ellos incluye a los mutardos, lo que da que pensar) que se interne. Hay numerosos rumores sobre el lugar, desde que algunos robots han adquirido conciencia propia y están construyendo su propio ejército de máquinas hasta que una facción (cuál depende de quien te lo cuente) ha conseguido una tecnología allí que la hará imparable.
Bloquehogar, más conocido como el Pueblo Cambiante, a pesar de su pequeño tamaño, es uno de los más curiosos asentamientos que te puedes encontrar. Todo él fue edificado en (de hecho, con) los restos de un antiguo parque temático de eras pretéritas.
Según parece, los primeros pobladores se dieron cuenta de la utilidad de las incontables piezas de plástico de diversos colores (originalmente concebidas como un juego de construcción infantil) como materia prima para edificar las estructuras necesarias para garantizar su supervivencia en el Páramo. Habían encontrado un material duradero y resistente, que podían además encajar y desmontar con la misma facilidad y sin necesidad de herramientas.
Así que, provistos únicamente de una paciencia notable, se dedicaron a desmantelar todas las representaciones de monumentos, esculturas y otras gilipollerías varias de los mónguers de antaño y usar las piezas para elevar unas altas murallas multicolores.
Varias generaciones después, sus actuales moradores se afanan, al abrigo de sus imponentes defensas, en construir edificios de diferentes formas y tamaños, desmontando otros para poder hacerlo. Todo ello en una incesante carrera urbanística orquestada por su errático Consejo Dirigente.
Muy al oeste de Merkadome, en los lindes con la zona contaminada, una gran porción de tierra se hundió mostrando una enorme caverna cuyas ramificaciones se internaban al sur bajo la tierra desolada por la radiación y la muerte.
Allí dentro se abre el conocido como el Sendero Prohibido, una laberíntica red de túneles y cavernas desde donde los rumores dicen que si se atraviesa se pueden alcanzar nuevas tierras ricas y habitables más allá de la zona contaminada.
¿Y por qué no está lleno de viajeros? Por una parte, nadie ha conseguido cartografiar el Sendero en condiciones y es fácil perderse en sus múltiples túneles y no volver a ver la luz del día jamás. Y por otra parte, está repleta de peligros, y no solo naturales como derrumbamientos, abismos que solo se pueden atravesar por pasos angostos y hasta ríos de lava, o incluso las típicas criaturas y mutaciones del Páramo. No, ahí abajo hay criaturas más antiguas y terribles que acechan en la oscuridad. Seres que llevaban eones atrapadas y ahora quieren volver a reclamar lo que creen que es suyo. O bueno, eso dicen.
Hay muy pocas leyendas que se cree que vienen desde los tiempos del Mundo de Antaño, pero una de ellas es la Maldición del Sanatorio.
En los últimos días antes de la creación de las Megalópolis se creó como un centro de alto nivel para la cura de adicciones, traumas, fobias, depresiones y problemas similares. Su eficacia era tan increíble como su precio, pero nadie sabía sus métodos, ya que cualquiera que ingresara tenía prohibido contar lo que sucedía allí… y lo más sorprendente es que nadie lo hacía.
Obviamente las habladurías sobre el lugar eran comunes, desde quienes les acusaban de utilizar placentas a quienes creían que era una manera de crear siervos de unas criaturas extradimensionales. Pero la cosa aún fue a más después de «el incidente». Un supuesto escape de gas, que realmente nadie pudo explicar con claridad, mató a todas las personas que se encontraban en el Sanatorio de manera repentina.
El lugar quedó totalmente vacío en medio de la nada. A partir de entonces las historias sobre fantasmas que habitaban ese lugar fueron constantes.
El hecho de que muchos investigadores que acudieron allí volvieran totalmente locos no ayudaba en exceso. La caída de la civilización no consiguió apaciguar todas estas leyendas. A pesar de que el lugar se conserva en casi perfecto estado desde entonces, nadie lo ha reclamado como asentamiento.
Aquellos que lo han intentado han desaparecido, perdido la cabeza o se han suicidado a los pocos días. Las pocas palabras que se han repetido entre estos últimos es «el libro».
Sin lugar a dudas, hay pocos lugares que puedan hacer más honor a su nombre que Vertedero, ya que no es otra cosa que eso.
Era el lugar donde los habitantes de la zona en el Mundo de Antaño echaban sus enormes cantidades de basura. Una especie de agujero enorme, rodeado por unos muros que avanzan hacia el interior en forma de escalera, que en cierta manera se parece a un coliseo con restos y un hedor terrible en lugar de espectáculos.
Puesto que nadie quería acercarse por allí, empezó a ser un buen lugar donde los mutardos podían refugiarse, a salvo del odio que en muchas ocasiones generan entre los humanos. Poco a poco, la zona de los muros se fue llenando de más y más edificaciones de la cada vez más numerosa comunidad mutarda. En su centro se encuentra el edificio donde un cabezón (pero que muy, muy cabezón) reside y gobierna a estos pobres desgraciados.
En los tiempos del Mundo de Antaño, el presidente Trump Beta (un clon con ciertas taras de Donald Trump) decidió construir el centro comercial más grande del mundo, casi como una pequeña ciudad. En un lugar cercano se había creado una enorme fábrica de androides, y sus trabajadores necesitaban un lugar para gastar sus dineros. Aunque visitantes de todo el país e incluso más allá iban a visitar el lugar.
Después de la creación de las Megalópolis y el abandono del mundo exterior, el lugar fue deteriorándose y llenándose de bestias mutantes y demás criaturas. Aunque la cúpula consiguió resistir, partes del interior se han derrumbado sobre los aparcamientos y el alcantarillado inferior. En general el riesgo de habitar el lugar era demasiado grande… hasta hace unas decenas de años.
Un grupo de parameños descontentos, que dependiendo del rumor llegaron desde la zona de Puentechatarra, de más allá del Gran Mar o de mil sitios más, consiguieron ocupar una pequeña zona del lugar, y lo más importante llegaron a restaurar parte de la energía que provee la presa. El lugar fue conocido como Merkadome, y una vez que se extendió la voz cada vez más habitantes del Páramo fueron a vivir al lugar, hasta convertirse en el poderoso asentamiento que es actualmente.
En realidad solo una pequeña parte del centro comercial es habitable. La mayor parte son zonas salvajes y peligrosas que aunque albergan tecnología del Mundo de Antaño, en general solo conducen a la muerte. A pesar de todo, la «civilización» ha ido creciendo por la estructura del centro comercial como si fuera una ciudad. Chabolos de chapas, pozos de peleas, estructuras añadidas precariamente y pasarelas, muelles en la parte del rio…
Los Pantanos Venenosos están ubicados entre Merkadome y la Costa Oxidada, aprovechando el caudal que llega desde la presa del antiguo centro comercial.
Están formados por una combinación de humedales, lagunas y canales serpenteantes cubiertos de vegetación sorprendentemente exuberante y densa. La característica más distintiva de los Pantanos Venenosos es su nombre bien merecido. El agua que fluye a través de ellos está impregnada de sustancias tóxicas y venenosas, resultado de la contaminación generada por los antiguos conflictos y desastres ambientales.
Este envenenamiento del agua ha llevado a la muerte de muchas formas de vida, incluyendo animales y plantas, y ha creado un ambiente hostil para la mayoría de los seres vivos. La vegetación en los Pantanos Venenosos está compuesta principalmente por manglares retorcidos y árboles de pantano, que se elevan desde las aguas fangosas.
Estas plantas han desarrollado adaptaciones especiales para sobrevivir en condiciones de baja oxigenación y suelos tóxicos. Sus raíces se entrelazan en una red intrincada, formando un laberinto impenetrable y pantanoso.
Explorar los Pantanos Venenosos en sí es una tarea arriesgada debido a las condiciones adversas y los peligros ocultos.
Aparte de la toxicidad del agua, los visitantes deben lidiar con el terreno inestable y resbaladizo, los insectos venenosos y las trampas naturales. La navegación por los canales tortuosos es difícil y requiere habilidad y conocimiento local.
Pero por si eso no fuera poco, en los últimos tiempos un grupo de mutardos liderados por una tal Mamá Guedé se ha mudado al lugar y se dedican a hacer cosas chungas vudús que dan un yuyu que te cagas.
En las aguas cercanas a la Costa Oxidada, entre Merkadome y Vientocho, existe un enorme crucero recreativo abandonado, en cuya estructura se puede leer pintado con grafiti en letras muy, muy grandes: «EL PUTO MARÍA YOLANDA ESTUARDA… ZORRAS!!» Adornado con una peineta enormemente obscena al lado.
Lejos de ser otra ubicación fantasmagórica del Páramo más, este barco recreativo siempre está iluminado de forma hortera con lucesitas festivas, llamaradas de fuego y todo cartel luminoso y con brilli brilli que se pueda imaginar, porque es el mayor antro de fiesta y desmadre de todo el yermo. Regentado por la infame promotora de fiestas «La Yoly» y con un equipo «humano» brutal ( guardaespaldas en tanga y gafas de sol aceitados, camareros enanos con tutú, peña con trajes de animales y todo un equipo multidisciplinar de antiguos chatarreros e Hijos de la Sangre Negra adictos al speed), mantiene este pequeño rinconcito de placer siempre funcionando 24/7 para que la fiesta llegue a cotas de salvajismo que mojarían las bragas de tu papá.
Si alguna vez has imaginado una perversión o te has drogado con material de ferretería… ha pasado antes allí y peor. Puedes encontrar ¡amor entre especies! !Amor entre electrodomésticos! ¡Látex! ¡Drogas! ¡Dj mongo!…. Todo eso y más en el puto barco de la Yoly!
Una basta extensión costera repleta de los edificios y construcciones de una antaño majestuosa ciudad, que se alzan desde las aguas del océano que se la engulleron. La laberíntica mezcla de elevaciones, ruinas y rascacielos que surgen de entre estas oscuras y siempre brumosas aguas, donde acechan monstruosidades tanto marinas como voladoras, resulta una tétrica visión. Aquí han quedado aislados numerosos y valiosos recursos, olvidados en las islas que antes eran rascacielos y en las ruinas cavernosas que son abundantes tanto en la superficie como bajo ella.
Esta amplia costa, de oscura reputación, es pese a todo ligeramente más transitable que la no demasiado lejana Torrebrillantes, por lo que es frecuentada por temerarios buscatesoros y expediciones craabianas. Pero pese a ser un interesante punto de ruta dónde caravanas de Merkadome negocian con naves de Vientocho, siguen siendo aguas muy traicioneras y peligrosas. Algún pequeño refugio se puede encontrar en sus lindes en forma de enclaves, llenos de contrabandistas, alcohol barato traído desde Merkadome y oscuras leyendas locales. Y es que poca ley amansa esta amplia pero irregular extensión dónde prosperan bandidos carroñeros y piratas de toda calaña.
Hace mucho tiempo, en los tiempos más convulsos cuando todo se fue al carajo, la moderna tecnología de las grandes ciudades empezó a ser errática.
En unos de esos fallos, un antiguo proyecto de estación orbital para gente de pasta, creado por la megacorporación Wayland Puttani, se abalanzó contra superficie terrestre en una brutal bola de fuego como si fuera un lapo de Dios ardiente. Cayó a varios kilómetros de distancia de la zona donde ahora se encuentra el decadente asentamiento de Merkadome.
Como si no fuera suficiente con el enorme agujero en el suelo que provocó el pepinazo, durante años se produjo un extraño fenómeno, muy posiblemente a causa de los estúpidos experimentos y pajas mentales para millonarios que se desarrollaban en su interior. Un enorme campo electromagnético, la hostia de potente, empezó a arrastrar chatarra del mundo de antaño junto a la basura espacial y fue fusionándolo con los resto de la urbe que había debajo, creando con el tiempo una ciudad de chatarra. Compuertas, tuberías y restos, sin orden ni armonía alguna. Una ratonera mortal, llena de tesoros del Mundo de Antaño, que atraía peligrosas criaturas por igual.
Con el tiempo el efecto ha cesado pero ha mantenido la estructura y el amalgama de extrañas formas dignas de la mente de un loco… Fijas y estables, pero con extraños efectos climáticos y luces parpadeantes que siguen azotando la zona, dándole un aire más fantasmagórico e inquietante si cabe.
Lo más extraño de todo es que cuando las primeras bandas decidieron echarle pelotas y ver que podían rascar allí sin morir, alguien había instalado unas enormes pantallas en su periferia, que extrañamente emitían lo que había en su interior de pesadilla.
Las buenas gentes del Páramo en su afán empresarial, vieron la oportunidad y rápidamente fortificaron la zona, colocaron vallas y pinchos, antros de vicio y pequeñas tiendecitas con mierdas que no quiere nadie pero todos compran creando «la Ratonera». Se trata de un deporte-espectaculo ultraviolento donde los que se atreven, se adentra en este kilométrico basurero durante varios días para buscar riqueza y fama, mientras los demás se entretienen viendo las mil y una formas más estúpidas que tienen de morir, esperando el día en que el extraño fenómeno vuelva aparecer y todos mueran, asquerosamente ricos, pero hechos papilla… El riesgo es la mejor droga… eso y la cocaína.
Blindándose de la pobreza extrema de su país y las continuas sublevaciones de la población, las élites gobernantes y grandes fortunas de la costa atlántica de Sudamérica se construyeron una ciudad idílica ajustada a sus gustos.
Los desposeídos, no obstante, cuyas filas alcanzaban los varios millones, se refugiaron en las selvas y organizaron varias redes guerrilleras para hostigar a los traidores de sus antiguos señores.
Esta zona es una de las poquísimas en todo el planeta que aún conserva amplias zonas verdes de selva tropical, que han seguido surgiendo y sobreviviendo en un entorno hostil en el que la madre Naturaleza debería haber muerto hace mucho. Esto es tomado por muchos de los líderes guerrilleros como una señal de Gaia, la Madre, y se han organizado cultos paganos en su nombre, alcanzándose una extraña mezcla de movimiento paramilitar y secta religiosa única en todo el mundo. Los líderes-santeros del extrarradio de Río Brasilia han jurado derribar los muros de la ciudad y aniquilar a todos sus habitantes; a juzgar por su número, determinación y fanatismo, son los que más papeletas tienen para lograrlo, en una lucha sin precedentes que ha sido heredada durante generaciones.
Al sur de Sudamérica está la última ciudad del continente americano, financiada por Argentina, Uruguay y Chile. Paraíso de filósofos, pensadores, escritores y oradores, sus élites gobernantes son seguramente las más cultas, eruditas y estudiadas de todas las megalópolis.
Eso no evitó que aplicasen con mano férrea el viejo dicho de “Todo para el pueblo, pero sin el pueblo” llevado al extremo más radical: en esta utopía ilustrada se refugiaron los Premios Nobel de literatura y de la paz, los ganadores del Premio Jerusalem por la Libertad del Individuo en la Sociedad, socios honorarios del Premio La Otra Orilla, finalistas del Interamericano de Psicología y demás eruditos laureados a nivel internacional por sus logros en los campos de las humanidades. A los demás, los consideraron indignos y les cerraron las puertas en las narices sin pestañear.
Quizá sea una de las megalópolis más inusuales, en el sentido de que almacena en su interior gigantescas bibliotecas y cámaras del saber con ingentes terabites de información acerca del Mundo de Antaño, incluidas obras perdidas, incunables, libros escritos en cientos de lenguas, enciclopedias completas y todo tipo de ensayos socio-políticos anteriores a la Gran Devastación.
La latente minoría afrikáner en Sudáfrica jugó muy bien sus cartas durante los terribles disturbios que llevaron al colapso mundial a finales del siglo XXI.Maniobrando con astucia, sutileza y la cantidad justa de fuerza bruta, lograron obtener el poder suficiente para crear una megalópolis en el sur del continente africano para sus tocayos blancos, con la financiación de algunos países europeos (principalmente, la actual United England).
Esta urbe es una de las más pequeñas de todas las megalópolis, pero para la minoría blanca del país es más que suficiente. Fuera de ella quedaron todos los habitantes negros, que junto con el resto de África fueron los grandes olvidados del fin del mundo.
Las potencias mundiales seguían teniendo una visión colonial de este continente, así que fomentaron las divisiones internas, las guerras civiles y los enfrentamientos hasta tal punto que no se llegó a proyectar ninguna otra megalópolis viable aparte de Boereland, con la idea de emplear después los enormes recursos naturales del continente en su propio beneficio cuando la población nativa hubiese sino aniquilada por las bombas o se hubiese matado entre sí. En el interior de esta megaciudad está activa una célula terrorista muy agresiva, formada por blancos que se oponen de forma radical a esta nueva época de Apartheid y desean aceptar a todo tipo de razas, que está originando bastantes desórdenes públicos y trae de cabeza a sus dirigentes.
Una ciudad que no tendría que haber existido, pero que a fuerza de poner petrodólares y narcodólares encima de la mesa acabó siendo una realidad.
Los magnates del petróleo de Texas querían construir su propio paraíso en el sur del país, pero los burócratas de Washington les ponían mil y un impedimentos legales para torpedear su proyecto (en el fondo era puro miedo por perder su supremacía en el nuevo orden mundial, ya que cuanta menos competencia tuviesen en su propia casa, mejor).
Cuando Liberty City se llevó por delante Cuba y Venezuela antes incluso de que el proyecto de su Megalópolis estuviese terminado, las grandes fortunas del golfo de México empezaron a buscar desesperadamente la forma de sacar adelante su proyecto sin contar ya con el visto bueno de sus vecinos del norte.
La ayuda llegó de un lugar moralmente reprobable y poco apetecible, pero la cantidad de dinero aportada al proyecto terminó por borrar cualquier duda: los billones de dólares de los cárteles de la droga de Centroamérica y Sudamérica. Entre ambos poderes crearon Nuevo Álamo/New Álamo (ambas toponimias son aceptadas por respeto), una ciudad dividida desde su creación: de momento los dos grupos de poder se toleran y conviven más o menos correctamente, haciendo ostentación de su dinero, clase y educación, pero en el fondo hay un hervidero de rivalidades, barreras culturales y prejuicios que tarde o temprano hará que todo salte por los aires.
En la costa oeste de los antiguos Estados Unidos se creó una megalópolis de forma casi natural. Durante muchos años San Francisco, Los Ángeles y Santa Mónica habían crecido en población y extensión de tal forma que prácticamente llegaban a ser un único núcleo urbano a todos los efectos.
Mayoritariamente hispana en población, esta ciudad siempre sintió más cercanía por las de América latina, especialmente por su vecina más cercana Nuevo Álamo, que por la lejana y autoritaria Liberty City.
Los terribles estragos que causaban las bandas en las tres ciudades originales quedaron prácticamente erradicados en la Megalópolis, ya que se hizo una tremenda limpieza de gentuza indeseable antes de sellar los muros de la urbe. Eso sí, el Páramo que rodea esta zona del suroeste de Norteamérica es uno de los lugares más peligrosos y letales de todo el mundo, ya que la calaña que ha sobrevivido a su expulsión y adaptación a la nueva y dura vida fuera de las mega-ciudades ha sido lo peor de lo peor, de una selección ya de por sí chunga de la muerte.
Esta megalópolis fue ideada para los pudientes de la costa este de los antiguos Estados Unidos, levantada sobre la vieja Nueva York.
No ha dudado en usar la fuerza contra otras Megalópolis cuando lo ha estimado oportuno, llegando incluso a aniquilar los países vecinos de Cuba y Venezuela ya durante su construcción, al considerarlos amenazas latentes para su seguridad futura. Ahora ambas zonas del Caribe y Sudamérica son eriales radiactivos a causa de las bombas lanzadas allí.
Fue la que alcanzó con más rapidez la cima tecnológica soñada por sus gobernantes, lo que a la larga llevó a problemas de ociosidad, indolencia y hastío entre la población, que no encontraba ya ninguna motivación o placer en su existencia dentro de aquel paraíso tecnificado.
La Ambrosía, una droga de diseño que aumenta la capacidad sensorial y perceptiva de quien la toma, está empezando a causar furor entre las élites más decadentes. Su uso continuado y los efectos secundarios que acarrea están empezando a ser un dolor de cabeza para las autoridades, que han creado una especie de “barrio-cárcel-manicomio” en la antigua isla de Manhattan para los más afectados en un intento por frenar esta plaga moderna.
La megalópolis canadiense fue una “rara avis” dentro de las Megalópolis mundiales. Manteniéndose al margen del plan común, sus dirigentes llegaron incluso a refugiar a pobretones de clase media y ofrecerles un mínimo de nivel de bienestar dentro de sus muros.
Estaba menos poblada que la media de las demás ciudades, y además desarrolló planes de sostenibilidad para resultar totalmente ecológica y autosuficiente.
Su único error fue estar construida demasiado cerca de Liberty City, que la borró del mapa con dos devastadores ataques termonucleares antes de que su ejemplo de sociedad comunisto-hippioide calase en alguna otra urbe.
Europa iba a construir una única ciudad para todos sus países miembros, Eurocity, pero ese proyecto naufragó antes siquiera de empezar a tomar forma. Enfrentados en diversas facciones, cada una con sus puntos de vista propios, los países de la Unión Europea empezaron a buscar por su cuenta la forma de crear sus propias megalópolis.
En la cuenca mediterránea se formó una coalición entre Portugal, España, Italia y Grecia para crear una gran ciudad vacacional con parques de atracciones, restaurantes, casinos y furcias.
Se proyectó en la costa del levante español, financiada en parte por fondos de inversión provenientes de Alemania, Suiza y Francia, que manifestaron su intención de apoyar su construcción como socios capitalistas. Pero esta idea innovadora se fue a pique cuando se destapó el pastel de que la inversión extranjera la formaban paquetes especulativos de alto riesgo vendidos a fondos buitre, que dejaron un enorme agujero en sus finanzas. Los promotores locales desaparecieron con el dinero restante que pudieron rescatar, hundiendo definitivamente a Mediterránea d’Or y dejando el solar donde se iba a levantar la ciudad lleno de maquinaria oxidada, casetas de obra vacías y pozos inundados.
Francia quiso crear su propia ciudad de la luz tomando como base la antigua capital del país. Sería un faro de conocimiento, arte e innovación, al margen de la barbarie de los incultos pueblos europeos y a la altura de la grandeza y savoir faire del pueblo francés.
El proyecto se llevó a buen término gracias a las buenas relaciones entre los poderes fácticos galos y la presidencia del país vecino y aliado, Bélgica, donde estaba el asiento de poder de la UE.
Pero con lo que no contaron ambos países fue con el factor pangermánico. La ciudad creada por la órbita alemana, Freiheitfestung, aguantó poco tiempo la insolencia y regocijo de sus insufribles vecinos, lanzando un implacable ataque con bombas de neutrones que aniquiló a toda la población de Noveau Lumière, aunque dejó intactos los edificios e infraestructuras. El káiser alemán, aunque detestaba con todo su ser a los comedores de bagettes franceses, reconocía que su ciudad era una maravilla tecnológica y un auténtico placer para los sentidos, por lo que eligió utilizar bombas N (que tienen una tasa de mortalidad cercana al 100%, pero cuyo pulso térmico casi no afecta a estructuras) para poder emplear la ciudad desierta como lugar de retiro personal cuando se toma unas vacaciones.
La religión jugaba un papel muy importante todavía a finales del siglo XXI, a pesar de todos los avances científicos y tecnológicos de los que disfrutaba el planeta.
Una de las religiones mayoritarias, la católica, amasaba tal cantidad de riquezas que no tuvo problemas ni remordimientos a la hora de poner a salvo a toda su cúpula cardenalicia y papal cuando el mundo se fue al infierno.
Encerrados en un complejo de búnkeres subterráneos, construidos y defendidos bajo la cúpula de San Pedro con la mejor tecnología que las reliquias chapadas en oro podían pagar, el papa, los cardenales y prelados de la antigua Corte Vaticana continúan emitiendo su cháchara santurrona por todos los canales de comunicaciones posibles.
Su culto ha ido degenerando hacia la idolatría pura, en la que se veneran más las reliquias físicas de sus papas fallecidos o las momias de sus cardenales más sobresalientes que los protegieron del fin del mundo, antes que elevar sus plegarias al dios del cielo que, obviamente, les ha abandonado.
La órbita pangermánica siempre quiso que Eurocity estuviese en su territorio, bajo sus reglas y con sus condiciones. Ese fue uno de los mayores escollos a los que se enfrentó el proyecto, hasta que los demás países también se cerraron en banda, negándose a plegarse a las exigencias de Alemania y sus aliados hasta que todo saltó por los aires.
Toda la región del centro y este europeo, desde Holanda hasta Polonia, Austria, los territorios de Chequia y Eslovaquia, Hungría, parte de la antigua Yugoslavia y Rumanía, se adhirieron al proyecto germánico y entraron como socios colaboradores para crear Freiheitfestung, la Fortaleza de la libertad, donde el autoproclamado káiser alemán planeaba gobernar con puño de hierro. Belicosa, expansionista y autoritaria hasta la médula, esta megalópolis arrasó a su vecina Noveau Lumière simplemente porque podía, conservando sus edificios y estructuras intactas para que las élites gobernantes puedan utilizarla como balneario de verano.
Sus vecinos suelen observarla al menos con recelo, si no abiertamente con miedo, debido a su potente industria pesada y su economía basada casi al completo en el desarrollo militar, aunque de momento Thule y United England prefieren mantener sus asuntos fuera de la esfera germánica.
Putingorod es la única que no se achanta ante la maquinaria bélica germánica, planteando una carrera armamentística similar. Los líderes eslavos están convencidos de que el siguiente movimiento de Freiheitfestung será expandirse hacia el este, y están decididos a plantar cara a cualquier precio.
Que el Reino Unido no iba a formar parte de Eurocity estaba claro casi desde el principio. La isla británica nunca se había sentido parte realmente del continente, y siempre había tenido sus ojos y esperanzas puestos al otro lado del Atlántico, en Estados Unidos.
El dinero del tío Sam llegó a raudales y la cámara de los Lores blindó la isla entera al exterior. Se levantó un muro de cientos de metros por toda la costa de Inglaterra vigilado por drones, armas automáticas, minas marinas y barcos guardacostas, dejando en su interior una curiosa ciudad que mezcla grandes núcleos de población abarrotados de rascacielos y centros financieros, con extensos parques formados por la antigua y bucólica campiña inglesa, en los que aún se conservan sus pintorescas casas, bosques, arroyos e incluso castillos medievales.
La antigua isla de Irlanda se convirtió en una especie de lugar de exilio, donde fueron expulsados a última hora muchos de los “indeseables” para la convivencia dentro de la megalópolis, por lo que quienes sobrevivieron aquí han desarrollado un odio sin par hacia la urbe. Las rencillas internas en las ciudades estadounidenses han supuesto un ligero palo para la economía de United England, que ha visto sus inversiones transatlánticas bastante mermadas, pero aún así se mantienen firmes en su idea de quedarse al margen de lo que ocurra en el continente europeo.
Los países escandinavos tampoco quisieron tener nada que ver con sus groseros vecinos del sur, así que se cerraron en banda y crearon su propio paraíso idílico en los confines septentrionales de Europa.
En esta megalópolis se refugiaron los científicos más prestigiosos, los investigadores más punteros y los genios más laureados no sólo de los tres antiguos países escandinavos, sino también de sus vecinos y aliados como Dinamarca, las repúblicas bálticas o incluso Islandia. En este edén de conocimiento y tecnología han resurgido también los antiguos cultos paganos al panteón nórdico, creando una mezcla muy inusual de avances científicos con costumbres ancestrales.
En general es una megalópolis muy estable, tranquila y civilizada, con extensos programas académicos para sus ciudadanos y cobertura sanitaria de primera clase, que sigue manteniéndose al margen de lo que ocurra en el sur.
La megalópolis rusa se alza y toma el nombre de Putingrado (Putingorod), la antigua Kiev, donde reposa la momia de Vladimir Putin, bajo una gran estatua osestre con su imagen.
Deseoso por ampliar sus fronteras hacia el oeste para meter miedo y presión a la vieja y caduca Europa, el líder ruso aprovechó el final de su mandato para volver a invadir casi todos los países que antaño habían formado parte de la Unión Soviética y restaurar parte de la antigua gloria del imperio. Trasladó su capital a Kiev, la joya de sus conquistas y una de las que más placer le produjo, dejando que Moscú se convirtiese en una peligrosa ciudad en ruinas infectada de monstruosidades mutantes, donde los pocos supervivientes se refugian en las antiguas líneas del metro.
El actual equilibrio de poder en Europa, con Freiheitfestung como megalópolis dominante sin oposición, pone muy nerviosos a los miembros del Neo-Politburó y a los líderes del Partido. Putingorod se está armando hasta los dientes, poniendo todas sus fábricas a pleno rendimiento gracias a una abundancia de población casi sin igual en las demás urbes del planeta, e invirtiendo casi todos sus recursos económicos, industriales y logísticos en el misterioso proyecto «Rojo Uno».
La que prometía ser una de las joyas de oriente, heredera de la Alejandría de los tiempos de esplendor, faro del saber y las ciencias, pronto se vio superada por los acontecimientos. El crecimiento casi paralelo de la vecina Jerusalem incomodaba mucho a los imanes de Luxor, y cuando las riadas de refugiados procedentes de aquella empezaron a llegar ante sus muros la situación empeoró.
Por supuesto que los líderes de la ciudad egipcia no dejaron entrar a aquella chusma desesperada, lo cual les acarreó un inusual nivel de críticas internas por su falta de caridad islámica para con sus hermanos musulmanes. La única salida que les quedó fue canalizar aquella rabia contra sus enemigos eternos, los judíos de Jerusalem, embarcándose en una carrera armamentística que los llevó a ambos a un final amargo. No se puede decir que ninguna de las dos megalópolis ganase realmente el conflicto, pero ambas resultaron tan devastadas que quedaron a merced del Páramo radiactivo y sus habitantes.
Con sus muros llenos de grietas, la mayoría de sus defensas automáticas destruidas o inutilizadas por falta de mantenimiento, sus barrios expuestos a las inclemencias tóxicas por el derrumbe de los escudos climáticos, la población que había sobrevivido a la breve y brutal guerra estaba totalmente indefensa. Los líderes perdieron toda influencia y Luxor se sumió en el caos. Ahora sus ruinas están habitadas por mutardos, pandilleros y bestias feroces mutantes, abierta al desierto salvo algunos barrios puntuales donde sus habitantes se han organizado para poder mantener (al menos, temporalmente) el caos a raya.
La tierra prometida nunca pareció tan al alcance del pueblo judío como cuando se fundó la Megalópolis de Jerusalem. Al contrario que en otros lugares en esta ciudad no se prescindió prácticamente de nadie; todos los que pudiesen demostrar ascendencia hebrea hasta cierta generación fueron recibidos con los brazos abiertos, para poder gozar por fin de su paraíso en la tierra.
Sin embargo los rencores milenarios con sus vecinos no se iban a extinguir de la noche a la mañana, así que la cercana ciudad árabe de Luxor se convirtió en un hervidero de refugiados, agitadores políticos y partidarios de borrar a Jerusalem de la faz de la tierra. No se sabe quién apretó primero el botón rojo, pero no pasaron muchos años, sin que ambas megaciudades pudiesen estar siquiera totalmente terminadas y operativas, antes de que las cabezas nucleares y los bombarderos no tripulados empezasen a sobrevolarlas.
El resultado es que toda la zona es ahora un erial radiactivo en el que habitan todo tipo de mutaciones dantescas y humanos degenerados, incluyendo las ruinas de esta urbe, que han quedado expuestas a todo tipo de inclemencias tras la huida de sus habitantes, quienes prefirieron arriesgarse a una travesía por el Páramo a quedarse allí. La nube tóxica y las lluvias ácidas también devastaron los territorios al este de esta megaciudad, aniquilando todo rastro de vida humana en las antiguas cuencas del Tigris y el Éufrates, cuna y ataúd de la civilización, e incluso más allá, hasta la antigua Persia.
Sobre las ruinas de la antigua Meca, santuario de peregrinación de una de las religiones mayoritarias anteriores al gran conflicto, los jeques de emiratos árabes, Qatar, Arabia y demás sitios ricos en petróleo fundaron su propio paraíso en la tierra (de hecho, ese es el significado de su nombre en la lengua antigua).
Un auténtico oasis de tejados blancos, mezquitas y bazares al aire libre, financiado con los petrodólares de las dinastías más antiguas de Oriente Medio y regido por la sharia o ley islámica, donde la ostentación más absurda de riqueza convive con tradiciones milenarias y avances tecnológicos (sobre todo en los campos de la medicina y la robótica) que harían palidecer a muchas otras Megalópolis.
Curiosamente para el caso de una megaciudad levantada gracias a las fortunas de magnates del petróleo, Imâra ha apostado totalmente por las energías renovables y limpias para generar la energía necesaria para su día a día, principalmente la solar y la eólica aprovechándose de su ubicación en pleno desierto. Los antiguos pozos petrolíferos han caído en manos de bandas errantes, mutardos o cosas peores, que los han convertido en su hogar y, en algunos casos aislados, los explotan para crear una triste parodia del mundo del siglo XX que recuerdan en leyendas y poemas.
La historia de Poltohar Abad y New Kolata es bastante similar a la de Jerusalem y Luxor. Dos países vecinos con un odio tan profundo, enraizado en temas religiosos y raciales, no pueden olvidar sus diferencias así como así.
Esta ciudad enclavada en las montañas de Pakistán, que buscaba recuperar la gloria de los antiguos imperios cuando la Ruta de la Seda hizo florecer las civilizaciones del Kurdistán y el Hindukush, estaba proyectada como un búnker con múltiples niveles bajo las toneladas de roca de las cadenas montañosas de la región. Sobre la superficie apenas sobresalían los relucientes tejados de templos, universidades y centros de comercio para satisfacer las indolentes necesidades de las élites quom de las castas superiores, que vivían allí con todo lujo atendidos por esclavas destinadas a satisfacer todos sus deseos.
Sin embargo ni todo el macizo del Pamir pudo soportar la devastadora lluvia de radiación y muerte desatada por la potencia nuclear que era la India, aunque sí lo suficiente para que sus líderes ordenasen un contraataque que barriese de la faz del mundo a sus jurados enemigos hindi. Terremotos devastadores cambiaron irremediablemente la orografía de estas montañas, sepultando para siempre secciones enteras de la megalópolis, dejando otras expuestas al invierno radiactivo, y vaporizando todo aquello que estuviese sobre la superficie. Es posible que sobreviviese gente en el interior de los laberínticos niveles subterráneos de Poltohar Abad, pero aislados del mundo, con su brillante ciudad arrasada, y a merced de las bestias mutadas y la ira de sus antiguos esclavos fugados, su vida se habrá visto abocada a una regresión absoluta a un nivel casi salvaje.
Los duiyas de la India, que formaban las tres castas sociales superiores (sacerdotes, guerreros y comerciantes), se aliaron sin dudar para dejar al resto de la población al margen de sus megalomaniacos planes para crear la Megalópolis del subcontinente indio. Al final incluso entre ellos hubo unos más elegidos que otros, ya que gran parte de los comerciantes (vaisías) se quedaron fuera del grupo de elegidos, a favor de una gran proporción de sacerdotes (brahmanes) y militares (chatrías).
En uno de los países con mayor densidad de población del mundo, eso equivalía a condenar a muerte fuera de los muros de New Kolata a más de 1.500 millones de personas de las castas más bajas (obreros, siervos, parias e invisibles), pero a ninguno de los líderes duiyas les tembló el pulso a la hora de sellar los muros y activar las defensas. Sin embargo los habitantes del remanso de paz que era la megaciudad, regida por las férreas enseñanzas del hinduismo, se dejaron aconsejar mal por los belicosos chatrías que querían borrar del mapa a la ciudad de sus eternos enemigos pakistaníes, a los que veían siempre como una amenaza latente para su soberanía. El proyectado ataque con cabezas nucleares no consiguió aniquilar por completo a la primera a Poltohar Abad, que tuvo tiempo de responder a su vez con las ojivas creadas en sus múltiples programas nucleares.
Todo el subcontinente indio, las cordilleras del Himalaya y el Tíbet, las zonas montañosas del Hindukush, las llanuras de la antigua Afganistán… todo quedó saturado de tal forma de radiación a causa de este intercambio de ataques que ningún ser vivo logró subsistir. Los animales mutaron de formas horribles, y los humanos… los miles de millones de hindús se vieron sometidos a la agonía de quedar atrapados en semejante Páramo radiactivo, donde una muerte rápida es la mejor de las bendiciones.
A finales del siglo XXI Pekín, o Beijin, ya tenía por sí misma el tamaño de una Megalópolis. Pero a ojos de los líderes del Comité Central le sobraba población.
Expertos desde hacía siglos en técnicas de represión y control de masas, no dudaron en aplicar toda la fuerza de su ejército para limpiar de indeseables el germen de lo que sería la gloriosa megaciudad de Beijin. Los expulsados huyeron a las extensas zonas rurales chinas, donde intentaron sobrevivir al holocausto mundial lo mejor que pudieron. Mientras los líderes del partido, sus palmeros, familiares, lamebotas y demás burócratas del Comité disfrutaban de su nueva utopía “comunista” a salvo tras los muros fortificados de la urbe, las ingentes masas de población se dispersaron por montañas, arrozales y selvas, muriendo de hambre, enfermedad o a manos de algunas mutaciones causadas por la guerra.
Si bien es cierto que esta zona de Asia no se ha visto muy afectada por la radiación y es una de las pocas que aún conserva extensas zonas de selva, sin un gobierno central o un plan global los cientos de millones de personas abandonadas a su suerte han quedado diezmadas y dispersas en pequeños grupos aislados de supervivientes, que han regresado prácticamente a una economía de subsistencia y un nivel de vida de la edad de piedra.
En Nanking los dirigentes políticos decidieron probar un enfoque diferente al crear su megalópolis. Acudieron a sus vecinos del sur de Hong Kong, ofreciéndoles un hueco entre los elegidos que habitarían en la renacida cuarta capital histórica china a cambio de financiación y colaboración tecnológica para el proyecto.
Se cerró el trato y se construyó una de las urbes más punteras en lo referente a electrónica, informática y comunicaciones, reforzada por los conocimientos militares chinos y defendida por las máquinas bélicas más avanzadas que se podían construir. Entonces los dirigentes chinos de Nanking dieron la patada a sus homólogos de Hong Kong, los expulsaron de vuelta a su isla y los masacraron a millares. Consumada la traición, cerraron los portones de su ciudad con una risotada y se dedicaron a disfrutar del paraíso tecnológico que tenían a su disposición.
El hecho de que esté en una zona carente casi por completo de radiación ha favorecido la aparición de amplias zonas dedicadas a la agricultura y la ganadería, que han conseguido calar como una forma de “resintonizar” con sus antepasados entre buena parte de la población. Parece ser que esa dicotomía modernidad-tradición siempre ha estado presente en la sociedad china, pero en ningún sitio de forma tan clara como cuando uno contempla el lanzamiento de un geo-satélite de comunicaciones en Nanking desde una plataforma situada junto a un extenso arrozal arado por bueyes.
Nippon fue el nombre de la megalópolis original de la isla del sol naciente, que ocupaba toda la isla principal de Honshu, en el centro del archipiélago de casi 7.000 islas que formaban el Japón del siglo XX. Se construyó un gigantesco muro alrededor de la costa de Honshu y todo el interior de la isla quedó convertido en una única área metropolitana, que combinaba centros urbanos de alta tecnología con zonas rurales llenas de montes nevados, castillos de madera y animales en libertad.
Sin embargo el problema de las mutaciones empezó a írseles de las manos, quizá debido a la atroz guerra nuclear desatada por las dos Koreas al otro lado del mar del Japón, que las llevó a destruirse mutuamente y creó una gigantesca nube radiactiva sobre toda la zona. Lugar peligroso ya de por sí por su ubicación sobre una falla geológica, Nippon recibió la puntilla cuando sus propias centrales nucleares empezaron a fallar. La flora y fauna locales empezaron a mutar en enormes monstruosidades (kaijus) que sembraban el terror por toda la isla, e incluso surgían de las profundidades marinas para asaltar los muros blindados de la megaciudad.
Los indolentes japoneses, más preocupados por su ocio en forma de videojuegos virtuales, perversiones sexuales varias y series de holo-televisión de dibujos animados causantes de epilepsia, no pudieron hacer frente a una amenaza a semejante escala.
El gobierno tuvo que recurrir a un plan B y se construyó un gigantesco búnker bajo la antigua ciudad de Tokio para albergar a aquellos supervivientes que consiguiesen llegar a él desde cualquier rincón de la isla. La superficie de la isla Honshu está totalmente devastada en la actualidad y es territorio de caza de las monstruosidades mutantes más horribles que uno pueda imaginar. Una nueva casta de guerreros, los Neo Ronin, han recuperado las tradiciones marciales ancestrales de sacrificio, lucha y honor de su país, saliendo del búnker subterráneo en cacerías suicidas de estos seres por el erial de la superficie. Aunque no está muy claro que su sacrificio sirva para algo, este puñado de hombres y mujeres honorables está logrando despertar las conciencias aletargadas de la decadente sociedad japonesa, que empieza a verlos como auténticos héroes enviados por los dioses.
En la poco poblada Australia no fue necesario construir más que una megalópolis de tamaño reducido, como ocurrió con Boereland. Los ricachones y poderosos del Pacífico sur se refugiaron tras sus muros y se limitaron a seguir con sus ostentosas vidas como si nada, deleitándose con placeres mundanos como cacerías organizadas por los desiertos australianos a bordo de aeronaves de última tecnología. Tratando la gran isla austral como si fuese su coto de caza privado o su zoológico particular lleno de curiosas formas de vida primitivas, estos yuppies decadentes se contentaron con mantenerse al margen del resto del mundo y seguir llevando sus trenes de vida habituales.
El Páramo australiano se convirtió en una zona sin ley, sometida al capricho de estos grandes cazadores venidos del cielo, que podían perseguir a una sola presa durante días a través de las arenas rojizas o aniquilar un asentamiento entero en una noche por puro aburrimiento. Sin embargo, hace tiempo las señales de radio dejaron de llegar desde Austral City. Toda comunicación quedó cortada de la noche a la mañana entre ella y sus megalópolis hermanas, y dado el tiempo que ha transcurrido no parece probable que se deba a un fallo temporal o un accidente.
Si el aislamiento total se debe a una decisión deliberada de los gobernantes de la urbe, o si ha ocurrido algo fatal que la haya borrado del mapa, es algo que de momento nadie ha descubierto: su lejanía y la falta real de interés de las demás Megalópolis por saber qué ha ocurrido con los habitantes de Austral City la han sumido en el más absoluto abandono y oscurantismo.